La magia es tratar de conseguir algo más allá de las leyes naturales, a través de ciertas palabras o acciones esotéricas. Es decir, se trata de conseguir algo a través de unos medios que no guardan ninguna relación razonable entre la causa que se pone y el efecto que se obtiene.
Incluso un hombre de tiempos pretéritos podía entender mejor o peor que apretando un botón de un mando a distancia la televisión se ponga a funcionar. Mejor o peor, la relación científica entre la causa y el efecto se puede más o menos entender por corta que sea la ciencia del que escucha. Pero en la magia esa relación razonable no existe de ninguna manera.
Cualquiera puede comprender que extraños aparatos produzcan infinidad de efectos. Pero nadie puede aceptar que diciendo una palabra mágica sobre una sustancia, obtenga propiedades curativas. Nadie puede aceptar, de ningún modo, que rezando tres padrenuestros un día de luna llena y dando un salto, se cure la enfermedad sea cual sea ésta.
He puesto ejemplos claros en los que no cabe ninguna duda. De esos ejemplos podríamos ir descendiendo a todo tipo de pócimas, conjuros, uso de piedras y hierbas. Hay un uso de hierbas que es natural, que se basa en las propiedades de las plantas, pero hay otro uso (aunque sea con el uso de hierbas) que toda persona razonablemente identificará como mágico. Por ejemplo, si alguien me dice que use la infusión de una raíz para curar un desarreglo intestinal, en ello no hay nada malo. Pero si alguien me dice que en esa infusión introduzca un momento una pata de gato y diga una palabra, eso es mágico. El sentido común suele indicar con claridad qué es y que no es razonable.
Si alguien me dice que para curar una enfermedad tengo que caminar por la hierba cubierta del rocío matutino, en ello pueden actuar energías naturales desconocidas que pueden ser beneficiosas, y en usar este tipo de cosas aprendidas por la experiencia no habría nada de malo. Pero si me dicen que tome una infusión en la que además de varias raíces tengo que introducir unos pocos pétalos de una flor que haya estado en una iglesia, eso ya es magia.
Padre José Antonio Fortea.