Hay personas que en sus manos tienen un poder sanador. Sujetos cuyas manos desprenden energías que pueden ser sentidas por la persona que recibe esa imposición de manos. Esa misteriosa energía puede actuar sobre el cuerpo, pero también sobre la mente. De forma que el que tiene ese don, a veces, puede serenar a alguien, quitarle miedos, quitar la tristeza por algún tiempo al que llegó deprimido, etc. Normalmente, la sanación física que se produce por personas que imponen las manos con un don psíquico se reduce a que disminuya el dolor, a que la persona se sienta mejor, a que mejore una enfermedad. Esa energía que se puede desarrollar con un poder psíquico es limitada. Actúa de un modo real, pero es limitada. Las sanaciones totales, perfectas, instantáneas de enfermedades muy graves son un don celestial y no fruto de un don psíquico.
El don psíquico puede hacer que alguien se vaya curando poco a poco de una enfermedad de la piel en una zona del cuerpo, pero sólo Dios puede curar de golpe una úlcera de estómago. El don psíquico puede tener una influencia positiva sobre esa úlcera, puede ayudar a su curación lentamente sesión tras sesión, pero todo entra dentro de lo natural. Como entra dentro de lo natural, por ejemplo, la acción de las hierbas medicinales.
Padre José Antonio Fortea.