No, da lo mismo usar vísceras de animales que pelos de la víctima, da lo mismo usar un muñeco de cera que marcar con tiza un pentáculo en el suelo poniendo velas. Es indiferente usar unos materiales u otros, unas conjuraciones u otras. Lo que realmente hace que eso tenga efecto es la invocación al demonio. El modo en el que se le invoque es indiferente.
Sin embargo, el demonio sí que tiene interés en hacer creer a sus servidores que sí que tienen importancia los ritos y materiales. Pues eso hace pensar a las personas que dominan esas fuerzas. A través de los ritos, los brujos creen mantener el dominio de la situación.
Lo dicho para los maleficios y hechizos vale, sólo que al revés, para los exorcismos. Da lo mismo los materiales o el rito concreto con el que exorcicemos al demonio. Lo importante es la fe en Dios. Se puede exorcizar al demonio armado sólo con el nombre de Cristo y la fe. Hay exorcistas que dan una importancia excesiva a los modos y los materiales con los que realizan el exorcismo.
De todas maneras, aunque el sacerdote vaya sólo armado del nombre de Cristo, la oración hará que el demonio le revele al exorcista que sí que hay algunas cosas que le atormentan más que otras porque son símbolos que le atormentan de un modo específico, pues específicos fueron los pecados que le llevaron a la reprobación y que son los que ahora atormentan su alma.
ANEXO
Durante muchos años he sostenido la postura escrita en la cuestión superior, postura que me parecía la más racional y a ella me aferré con uñas y dientes. Sin embargo, la práctica exorcística parecía ir desmintiendo esta tesis en tantos casos y de un modo tan patente que cambié de opinión. Consideraba que sí que existía algún tipo de relación desconocida entre determinados objetos materiales y el espíritu. Es decir, que tener o no tener algo del cuerpo (uñas o pelo o menstruación) de la persona contra la que se va a hacer un maleficio no es indiferente. Como tampoco es indiferente el que ese objeto maléfico (aquel con el que se ha efectuado el maleficio) se queme si se encuentra.
Además, pensaba, que si esto era válido para lo malo, también era válido para lo bueno. Es decir, reconocía que en un exorcismo lo importante es la fe, pero que no daba lo mismo usar que no usar una materia que otra para exorcizar, y voy a poner algunos ejemplos: En un momento dado, el que Dios nos revelara (a través del poseso) que teníamos que aplicar ceniza del Miércoles de Ceniza junto con Santo Crisma sobre un poseso hizo que acabara una larga posesión que si no se hubiera prolongado quizá varios días más. En otros casos hacer señales de la cruz en una parte concreta del cuerpo del poseso, puede acortar un exorcismo incluso horas.
La tesis de que lo único que importa es la fe, y que lo material o el modo es indiferente, me parecía una tesis bella, simple y que no planteaba problema alguno. Consideraba que el que lo material sí que tuviera relevancia en este campo tanto para hacer maleficios como para exorcizar, no significaba que caigamos en lo mágico, sino que significaba sencillamente reconocer que entre lo material y lo espiritual existen relaciones mucho más complejas de lo que imaginamos, todas ellas regidas no por la irracionalidad, sino por una racionalidad que nos supera.
Esta segunda postura la mantuve durante tres años. Después, de nuevo, hubo en mí un progreso en la comprensión de estas realidades y de nuevo he vuelto a la primera postura. Hoy día creo que la materia para hacer un maleficio y el modo de hacerlo es completamente indiferente. Son los demonios los que tratan de hacer entender que sí que importa. Los demonios ponen mayor interés en atacar a una persona si se les invoca de un modo determinado, bajo unos determinados rituales o usando determinadas materias. En sí los rituales son indiferentes, pero el infierno quiere convencernos de que no para así crear una especie de ciencia maléfica. Lo único que importa en la eficacia de un maleficio son dos cosas: la voluntad del que realiza el maleficio y que llama a los demonios, y la voluntad de los demonios al atacar a una persona.
La misma doctrina es válida para lograr un milagro o una intervención de Dios. Los materiales de un ritual (sea un sacrificio del Antiguo Testamento, sea una liturgia de adoración) son indiferentes, sólo importa la voluntad del que pide y la voluntad de Dios. No existe una fórmula para hacer el maleficio así como no existe una fórmula para hacer un milagro. La voluntad del que invoca llama y pide, la voluntad del que actúa realiza todo el acto.
¿Entonces por qué en los exorcismos determinados elementos sí que parecen tener una efectividad propia para atormentar y echar demonios? Pues únicamente porque son símbolo de realidades espirituales. Y el símbolo puede atormentar a los demonios hasta el punto de echarlos.
Padre José Antonio Fortea.