No hay nadie que atraiga o transmita mala suerte, ni buena suerte. Ni siquiera los objetos religiosos nos atraen buena suerte. Todo está en manos de Dios, nada material cambia esos planes amorosos de nuestro Padre que está en los cielos. No existen personas gafes. Si la existencia no estuviera en manos de una Providencia amorosa, si todo fuera un mero bombo de azar, a veces sí que la bola negra puede salir repetida muchas veces seguidas. Pero hemos de entender que si las cosas salen mal una y otra vez, o Dios está probando nuestra virtud o eso se debe a que nosotros somos el problema. Hay gente que se queja de que todo le sale mal, y no se da cuenta de que ellos mismos son el problema. Esas personas deben cambiar, entregar su vida a Jesús y que Él les transforme enteramente.
Padre José Antonio Fortea.