Un satanista podría llegar a realizar algunas curaciones, pero sólo de algunas enfermedades, cambiar una pequeña cantidad de plomo en oro, conocer algunas cosas del futuro, realizar signos extraordinarios encaminados a producir admiración en aquellos a los que hay que seducir.
En el Apocalipsis se nos profetiza como en esa etapa final del mundo, el pecado habrá crecido tanto, que los servidores del Maligno podrán realizar los mayores signos extraordinarios que se han dado, llegando incluso a hacer descender fuego del cielo. Pero el poder del Maligno sobre la tierra, aumentado con la ayuda e intervención voluntaria de seres humanos, siempre encuentra un punto final, un límite en el que Dios dice ¡basta!. En ese momento, dado que el satanista no ha aceptado las muchas llamadas al arrepentimiento, Dios pone fin a su peregrinación sobre la tierra para que no siga seduciendo a más hermanos suyos.
Padre José Antonio Fortea.