Primer día: Santísimo esposo de María, que tan benignamente acogiste mis súplicas, eternamente sea bendita tu bondad paternal que siempre escucha a quien llama y no deja a ninguno desilusionado, acoge ahora a mi grito de gratitud de la misma manera que escuchaste mi llanto en el día de la tribulación.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
Segundo día: Ilustre custodio del verbo hecho carne por nosotros, te agradezco por los beneficios que me concediste. Bendito sea el momento en que me dirigí a ti y suspiré implorando tu socorro. Bendito seas eternamente, sublime jefe de la Sagrada Familia.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
Tercer día: Prodigioso San José, ¡qué hermoso llamarte así! Esto demuestra toda tu potencia junto a Jesús y a María. Yo, que experimenté tu poder, anunciaré que realmente eres el Padre piadoso y el Abogado eficaz en favor de los infelices.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.