Nuestro venerable P. Fr. Miguel de la Fuente nos dice que en Medina del Campo había un fervoroso Terciario que vestía con suma devoción el bendito Escapulario. Padecía este varón de Dios vehementísimas y fuertísimas tentaciones de parte del demonio, mas de todas ellas salía derrotado el tentador, pues defendía a su Terciario la Virgen Santísima mediante su bendito Escapulario.
Asestó, por último, todos sus ardides y astucias Lucifer por ver de conseguir el que el siervo de Dios se quitara el Santo Escapulario, esperanzado el enemigo en que si lograba se lo quitase lograría fácilmente su victoria. Resistió el piadoso varón con indecible fortaleza e inaudita constancia la terrible y enconada lucha que para lograrlo le hiciera durante muchos días el dragón infernal. Irritado al fin el diablo de su paciente y heroica constancia, tomó, cierta noche, forma visible, y en figura de monstruoso gato, entrando en su aposento cuando ya el buen hombre se hallaba recogido, centelleándole los ojos, erizado el pelo y horrorizándole con lo fiero de sus uñas, se arrojó sobre él haciendo presa en su garganta.
Se juzgó ahogado el devoto de María Santísima, mas, empuñando el Escapulario y mostrándoselo al enemigo, se dio al punto Luzbel por vencido, y cual si le pegaran fuego emprendió vertiginosa fuga, mientras con palabras rabiosas le decía : "Quítate ese hábito de la Capilluda con que constantemente nos atormentas."
¡Oh, blasfemo, carnicero lobo bajo la piel de horroroso gato! No mientes por su nombre a María Santísima, porque tu lengua asquerosa no manche la pureza de su Santísimo y Dulcísimo nombre. No le pronuncies, para que tu infecto tenebroso aliento no brille con las claras luces de esta resplandeciente Estrella.
Confiese confundida tu soberbia, que continuamente os atormenta el bendito Escapulario de María Santísima del Carmen, para que viendo todos cómo pretende tu protervia y malicia disuadir a unos de que le vistan e impulsar a otros a que le dejen, que le vistan todos y crezca de día en todos el deseo de vestirlo, y el esmero en no dejarlo jamas, a fin de que se propague de día en día la devoción y el amor a nuestra dulce Madre.
Milagros y Prodigios del Santo Escapulario del Carmen.
P. Fr. Juan Fernández Martín, O.C.