«La superstición ofende a Jesucristo porque significa que no se confía suficientemente en Él», afirma el exorcista italiano Francesco Bamonte, autor de un libro sobre la acción oculta del maligno y las presuntas comunicaciones con el más allá.
El volumen, aparecido por el momento en italiano, y pronto en otros idiomas, que lleva por título «Los daños del espiritismo» («I danni dello spiritismo») es publicado por la editorial Ancora.
El padre Bamonte, religioso de los Siervos del Corazón Inmaculado de María, dedica su labor pastoral a ayudar a personas que han caído en las redes de magos o de un supuesto médium.
En esta entrevista concedida en exclusiva a Zenit, este autor de libros ya traducidos en inglés, castellano, francés y polaco, describe con precisión los daños físicos y psíquicos del espiritismo.
Con vehemencia, repite que «espiritismo y fe católica son irreconciliables».
--Usted es exorcista, ¿piensa que las personas que caen en prácticas de espiritismo buscan la verdad de manera errónea?
-Bamonte: Desde luego. Las prácticas de espiritismo son una vía equivocada de buscar la verdad. Esperan recibir informaciones auténticas sobre Dios, el hombre, el más allá, el pasado el presente y el futuro de lo que creen que son almas de difuntos. En realidad, generalmente no son más que trucos que en algunas ocasiones hacen entrar en contacto con el propio inconsciente. En otros casos, sin embargo, se entra en contacto con espíritus demoníacos que fingen ser almas de difuntos. Porque los fenómenos y las manifestaciones de espiritismo no son siempre trucos, ficción, sugestión, mecanismo psicológico o manifestación del inconsciente o creación de la psique con la que algunos querrían explicar algo fuera de la normal, incluido aquello demoníaco o sobrenatural.
Los casos de infestación y de posesión diabólica, en los cuales los sacerdotes exorcistas han tenido que intervenir después de una sesión de espiritismo, demuestran claramente cómo esta práctica es una vía privilegiada para una acción destructiva del demonio sobre personas.
--¿Qué es exactamente el espiritismo y por qué no es conciliable con la fe?
-Bamonte: Es la evocación de los difuntos, es decir, una práctica con la que, a través de técnicas y medios humanos, con o sin un médium, se intenta llamar a un difunto para hacerle preguntas. Cada vez que rezamos a Dios por nuestros difuntos, sin recurrir a una práctica espiritista, pedimos a los difuntos así como a los santos que oren a Dios con nosotros y por nosotros. Esta es la invocación de los difuntos, pero no la evocación, que sería lo que hacen en el espiritismo.
Los difuntos sólo se nos pueden manifestar por iniciativa libre de Dios, directamente y nunca mediante técnicas o medios como las sesiones de espiritismo. Con fines serios, Dios puede permitir a una persona difunta que se nos presente, por ejemplo para darnos un consejo o aunque sea para darnos una presencia de consuelo, para pedir sufragios o para agradecer sufragios recibidos.
Si por el contrario, somos nosotros quienes queremos provocar un encuentro con los difuntos mediante «evocación» con las técnicas espiritistas, ya desde el Antiguo Testamento Dios ha hablado claro al respecto y nos ha dicho que quien haga estas cosas lo abomina. Basta leer Deuteronomio 18, 10-12 o Levítico 19. 31.
--Las prácticas de espiritismo prometen consuelo y contacto con personas difuntas. ¿Qué se les puede decir, desde un punto de vista cristiano, a quiénes buscan esta aproximación con el más allá?
-Bamonte: Que lean la Biblia y vean que Dios prohíbe severamente esta aproximación con el más allá porque Él sabe que es falso y engañoso al sumergirnos en la oscuridad y desviarnos de la verdad y de la fe auténtica, abriendo camino a la intervención de los espíritus del mal.
Quien quiera sentirse cerca de sus seres queridos difuntos, que se confiese con frecuencia, vaya a misa, rece por ellos y esté totalmente disponible para lo que Dios disponga. Dios le dará con certeza la posibilidad de experimentar el gozo de sentirse en comunión con los propios difuntos queridos.
--¿Cuáles son los daños principales del espiritismo?
-Bamonte: Molestias físicas de todo tipo como dolores fuertes de barriga, en la frente, huesos, vómitos, ataques epilépticos, hormigueo en las piernas, ataques repentinos de calor o frío, sensación de angustia creciente, depresiones, continuos tics nerviosos, la imposibilidad de ingerir comida.
--Basta, basta. ¿Todavía hay más?
-Bamonte: Me refería sólo a las molestias físicas, pero hay todavía muchas más: no dormir ni de noche ni de día, no poder estudiar o trabajar. Estar agitado, tener pesadillas, miedo a lugares oscuros, sensación de ser agarrados por los brazos o como si alguien se nos sentara en las rodillas. También se experimentan bofetadas invisibles o mordeduras que no se ven, así como golpes en el cuerpo.
--Y, ¿los daños psicológicos?
-Bamonte: Pues fenómenos de automarginación del contexto social y cotidiano, estados de dependencia parecidos al alcohol o a la droga, pérdida de la racionalidad y de la libertad, disociación de la personalidad hasta llegar a sentir que alguien ha entrado en la propia persona y hay voces que se sobreponen a la oración y blasfeman e inducen al suicidio.
En relación a los daños sobre los lugares, podríamos decir que vienen señalados por fenómenos de movimiento de objetos sin ninguna causa sensible, timbres de puertas o instrumentos musicales que suenan solos de repente. También hay que señalar golpes en el tejado, en las paredes o en el suelo, y gritos y voces en el aire, ruido de pasos, visiones de sombras o presencias monstruosas.
--¿Qué es el así llamado espiritismo pseudocatólico?
-Bamonte: El intento inútil de conciliar la fe católica con el espiritismo. Por lo que acabo de decir se comprende cómo esto es absolutamente imposible.
--Sí, se comprende perfectamente. Pero no es raro encontrarse con cristianos algo supersticiosos. ¿Se puede corregir esta tendencia?
-Bamonte: La superstición es un pecado contra el primer mandamiento. Fe cristiana y superstición están en abierta contradicción, y sin embargo, no pocos cristianos tienen miedo del gato negro que cruza la calle, del aceite que se derrama, del número 13 o del 17, y llevan encima amuletos o talismanes para asegurarse buena suerte o alejar la mala fortuna. También hay muchos cristianos que en la puerta de la casa tienen una herradura de caballo. No es raro ver a católicos haciendo gestos como los cuernos con la mano o que cruzan los dedos en momentos particulares. Es también grave, sobre todo si se es cristiano, creer en horóscopos, consultar a los magos, dejarse leer la mano o practicar el espiritismo.
La superstición ofende a Cristo porque revela una falta de abandono y de confianza en Él. En la evangelización, en la predicación de la misa y en la catequesis, es necesario anunciar que el cristiano se fía sin limites de Cristo, que libera y salva al hombre de las fuerzas del mal que lo amenazan. Por el contrario, la superstición no sólo no lo libera ni lo protege de las fuerzas del mal sino que es una vía que le esclaviza para siempre.
Entrevista al exorcista Francesco Bamonte.
Fuente: ObservatorioAntiSectas