Yo, N.N., quién con la tierna misericordia del Padre Eterno fui privilegiado al ser bautizado “en el nombre del Señor Jesús ” y así compartir en la dignidad de la herencia de su Divino Hijo, deseo ahora en la Presencia de este mismo Padre amante y por su Único hijo engendrado, renovar en toda sinceridad las promesas que solemnemente hice en el momento de mi Santo Bautismo.
Yo, por lo tanto, ahora renuncio nuevamente a satanás; renuncio todos sus trabajos; renuncio a todos sus atractivos.
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, quien nació a este mundo y quién sufrió y murió por mis pecados y resucitó después. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Habiendo sido enterrado con Cristo hasta la muerte y habiendo sido levantado con Él a una nueva vida, prometo no volver a vivir más para mí mismo o para ese mundo que es el enemigo de Dios, pero si viviré por Él que murió por mí y luego resucitó.
Le serviré fielmente a Dios mi Padre celestial hasta la muerte, en la Santa Iglesia Católica.
Enseñado por el mandato de nuestro Salvador y formado por la palabra de Dios, ahora me atrevo a decir:
Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; y perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación más líbranos del mal.
Amén.