Llagas de mi Jesús, os saludo. Os saludo en la omnipotencia del Padre que os ha decretado; en la sabiduría del hijo que os ha sufrido y en la bondad del Espíritu Santo, que por vuestro medio ha redimido el mundo. Os recomiendo mi alma. Protegedme contra las asechanzas del tentador, en la vida y en la hora de mi muerte.
Así sea.