No podemos imaginar el inmenso poder de un arcángel. La naturaleza de estos espíritus, aunque estén condenados, es muy notable… Un día insulté a Satanás, diciéndole “Sucia bestia”, pero san Gabriel me dijo: “No olvides que es un arcángel caído. Es como un hijo de una familia muy noble caído por sus vicios. Él no es respetable por sí mismo, pero hay que respetar a su familia en él. Si se responde a sus insultos con insultos es como una guerra entre gente baja. Hay que atacarlo con la oración”.
Padre Lamy
(1853-1931)