“Él me hizo ver entonces que este pecado aterrador hiere Su Divino Corazón más gravemente que cualquier otro pecado, mostrándome cómo por la BLASFEMIA el pecador lo maldice en Su Rostro, Lo ataca públicamente, anula Su Redención y pronuncia su propio juicio y condenación... El Salvador me hizo entender que Su justicia estaba enormemente irritada por los pecados de la humanidad, pero particularmente contra aquellos que directamente ultrajan la Majestad de Dios, esto es, con las maldiciones y la profanación del Domingo y los Días Santos. Él dijo: “Los verdugos me crucificaron un Viernes, LOS CRISTIANOS ME CRUCIFICAN EL DOMINGO”.
Santa Gertrudis