En el Purgatorio, las almas son purificadas de su falta de amor perfecto a Dios, puesto que en el cielo nadie puede estar ante la Presencia del Dios Tres veces Santo, si no lo ama con un amor purísimo y perfectísimo, y es para conseguir este amor, que las almas se purifican, según nos lo enseña el Catecismo de la Iglesia Católica: “Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de la muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo”
San Leonardo de Porto Mauricio