miércoles, 3 de abril de 2013

SAN PATRICIO



Apóstol de Irlanda

 17 de marzo. (+ 493)

El maravilloso apóstol y obis­po primado de Irlanda, san Pa­tricio, nació en Escocia en el territorio de Aclud, que se llama hoy Dumbritón. A los dieciséis años de su edad le prendieron unos salteadores irlandeses jun­tamente con una hermana suya llamada Lupita, y le vendieron en Irlanda a un amo que le ha­cía apacentar su ganado de cer­da. Mas el ángel del Señor le sacó de aquella esclavitud, manifes­tándole donde hallaría la canti­dad de oro que bastase para su rescate. Estuvo después debajo de la enseñanza de San Germán dieciocho años, y por su consejo fué a recibir la bendición del Papa Celestino I, para consagrarse del todo a la conversión de los gentiles en Irlanda. Era aquella gente dura y bárbara, y hacían gran resistencia al santo predicador mu­chos magos y hechiceros, entre los cuales había uno, llamado Docha, muy querido del rey, el cual se hacía dios, y con varios engaños resistía a san Patricio como Simón Mago a san Pedro. Quiso para confirma­ción de su divinidad subirse a los cielos; mas estando ya muy alto, hizo oración san Patricio, y luego cayó muy mal herido a los pies del santo. Había en aquella tierra un ídolo muy célebre al cual llamaban cabeza de todos los dioses: era muy gran­de y estaba cubierto de oro y plata: viendo pues el siervo de Dios que la adoración de este ídolo detenía a muchos que no se rin­diesen a su predicación, hizo oración al Se­ñor, y levantando contra él el báculo lla­mado de Jesús, que traía en la mano, al momento cayó en tierra el ídolo y se hizo pedazos. De esta suerte convirtió a aque­llas gentes a fuerza de prodigios innume­rables y estupendos, y gozando después algunos años de quietud y mayor contem­plación, cada día rezaba el Salterio; hincá­base muchas veces de rodillas adorando al Creador de todo, y rezaba con tierna de­voción las Horas canónicas. Gastaba gran parte de la noche en devotos ejercicios, y tomaba un breve descanso sobre el duro suelo, teniendo por cabecera una piedra. Con esta santa y admirable vida se pre­paró a una santísima muerte, que alcan­zó a los ochenta años de su edad después de haber reducido todo el país de Irlanda a la fe de Cristo, y edificar numerosas iglesias, y consagrado muchos obispos, y ordenado gran numeró de sacerdotes. En la provincia de Ultonia se ve hasta el día de hoy una pequeña isla hacia la mitad de un lago que forma el Líffer, donde estaba el célebre purgatorio de san Patricio. Es una cueva, donde se dice que el Santo pasó toda una cuaresma en grande penitencia, para alcanzar del Señor la conversión de aquellos isleños; y dónde se retiraban des­pués muchos santos varones para purifi­car sus almas dedicándose algunos días a ejercicios de penitencia y oración en unas pequeñas celdas que allí edificaron: las cuales se llamaban las celdas de los San­tos.

 Reflexión: Es cosa de maravilla, que estando este grande apóstol de Irlanda tan fatigado con tantos trabajos de peregrina­ciones, y cuidados de tantas iglesias, ha­llase tiempo y sazón para rezar tantos sal­mos y oraciones mayormente en los pos­treros años de su vida. Tomen de ahí ejemplo los hombres engolfados en los ne­gocios de este mundo, y aprendan a bus­car y hallar tiempo para encomendarse a Dios, y mirar por el principal negocio, que es el de su alma, y de su eternidad. Por­que, como nos dice el Señor en su Evan­gelio: « ¿Qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si viene después a perder su alma?»

 Oración: Oh Dios que te dignaste en­viar al bienaventurado Patricio tu confe­sor y pontífice, para que anunciase tu glo­ria a los gentiles, concédenos que con tu gracia y por su intercesión y merecimien­tos, cumplamos fielmente todo lo que tú nos mandas. Por Jesucristo, nuestro Se­ñor. Amén.

 FLOS SANCTORVM